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Foto del escritorWanda Pinzon

Agilidad y Liderazgo

Leyendo un artículo de Susan David del Harvard Medical School sobre la agilidad emocional me ha hecho realizar la importancia de ser maduros emocionalmente para liderar de forma efectiva a otras personas.


Ella nos dice que los líderes efectivos usan sus experiencias como un ancla, de forma que los puedan llevar a formas productivas de trabajo, basadas en sus valores y su forma y estilo de pensar. Ella llama a eso: el desarrollar la “agilidad emocional”, que en nuestro entorno complejo y cambiante se hace imperativo para poder administrarse uno mismo y poder llevar a otros hacia el éxito.


También existen estudios del profesor Frank Bond de University of London que dicen que la agilidad emocional puede aliviar el estrés de la gente, reducir errores, hacerlos más innovadores y mejorar su desempeño y productividad.


Y para hacerlo es importante usar nuestros valores como base para actuar. ¿Cuáles son tus valores? ¿Cuáles son esos principios sobre los cuales guías tu vida y tomas decisiones?


Justicia, Amistad, Propósito, Responsabilidad, tolerancia… es importante definirlos a nivel personal y usarlos diariamente en nuestros proyectos.


Como mujeres profesionales a veces tenemos conflictos que no nos ayudan para movernos en el mundo profesional. Como madres nos sentimos culpables por el tiempo dedicado a la familia, por dejar a nuestros hijos bajo el cuidado de otras personas y por buscar alcanzar peldaños más altos laboralmente. Nos sentimos en medio de dos mundos, uno que nos llama a ser las mejores profesionales y otro que nos ponemos nosotras mismas tratando de ser las mejores madres. Esos conflictos y voces internas hacen que estemos y no estemos presentes, tratando de compensar mientras estamos con nuestra familia, el tiempo que estamos “perdiendo” y nos la pasamos con el celular en la mano mientras comemos viendo correos.


Todas nos hemos sentido así…


Que no llegamos o alcanzamos el éxito… que nos hace falta más tiempo, que tenemos que ser mejores… que por más que nos esforcemos no somos lo suficientemente buenas…


¿Y cómo detenemos esta espiral negativa y emergemos como mejores líderes? Pues, definiendo que es lo importante.


¿Y qué es lo IMPORTANTE?

Pues eso depende de lo que quiere cada persona… podemos hacernos la pregunta, pero…


Al final lo que buscamos es ser felices, es sentirnos balanceadas, amadas, valoradas en lo que sea que hagamos.


¿Pero a los hombres también les pasa? Sí claro, muchas veces se sienten molestos porque sus jefes no toman en cuenta sus puntos de vista o sus subalternos no siguen sus órdenes o porque creen que deberían tener más inteligencia, talento, éxito y dinero que otros. Y esos pensamientos los llevan a sentirse cada vez peor o con problemas de enojo constante que son conductas evasivas para lo que realmente está pasando.


Es por esto por lo que les compartimos las prácticas ágiles recomendadas por Harvard para elevar el nivel de nuestra agilidad emocional:


1. Reconoce tus patrones: Date cuenta cuando estar enredado en tus propios pensamientos y sentimientos, que te nublan la visión como líder y te hace actuar de cierta forma. Detente y tomate un tiempo para pensar y reconocer que es mejor esperar un poco para decidir.



2. Reconoce y nombra tus pensamientos y emociones: Si te sientes molesto, frustrado o cansado, reconócelo y nombra esa emoción, para entonces poder trabajar en ella y buscar tu emoción de rebote. Si te sientes triste, sonríe y cambia la actividad para hacer algo alegre – DE FORMA CONSCIENTE. Esto lo aprendí hace tiempo con una psicóloga que me ayudó mucho. Siempre existe una emoción de rebote opuesta a la negativa.


3. Acéptalo: Lo opuesto al control es aceptar que las cosas simplemente pasan, toma aire varias veces, camina, busca algo que te relaje y evalúa la situación desde otro punto de vista. Si no se lograron las metas, pues analiza cuales variables internas y externas las afectaron y CAMBIA EL PLAN. Inténtalo nuevamente, haciendo ajustes para mejorar y medir el avance.


4. Actuar por valores: Actuar alineado a mis valores, lo que yo creo y en lo que me baso para tomar decisiones es bueno para ti y para los demás. Confiar en mi criterio, en mi experiencia y lo que valoro me hace ver las situaciones desde otra perspectiva.


Desde un punto de vista humano, el líder que actúa basado en sus principios no se equivoca, porque, aunque el resultado no fuera el esperado, hizo lo mejor que pudo desde lo que EL ES.


Así que, de ahora en adelante, cuando estemos en casa cenando, estemos presentes, compartiendo con las personas más importantes para nosotros y cuando estemos en el trabajo resistamos las interrupciones para ser más productivos y mejores líderes.


Espero que te hayan gustado estos tips tanto como a mi y que los pongas en práctica. Sigamos buscando esa paz, ese balance, la práctica de la agilidad emocional es un proceso de constancia que traerá beneficios para todos, especialmente hacia nosotros mismos.

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